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Recuerdo las palabras de mi madre: “Empecé a simpatizar con los hombres cuando tuve un nieto”. Trabajar como psicóloga me dio la oportunidad de afrontar los problemas de los hombres. No suelen pedir ayuda. Pero en mis muchos años de práctica hubo suficientes casos para sacar una conclusión: qué difícil, solitario y aterrador es en esta vida si naciste hombre. No quiero restar importancia a los problemas de las mujeres, porque... Yo mismo soy uno. Pero me parece que nacer con “falda” es un gran éxito: no es necesario desempeñar el papel de héroe y esconder la soledad en un corazón lleno de miedo. Me gustaría señalar que no hay ninguna exageración en la frase anterior. Por el contrario, se expone un fenómeno que las mujeres desconocen y sobre el que los hombres guardan silencio. Cuando nace un niño, cae sobre sus hombros el peso de ciertas expectativas sociales, a saber: asumir el papel de protector, de ganador, de sostén de familia desinteresado. La complejidad de los procesos de socialización conduce a la formación de cualidades ambivalentes: desconfianza y amabilidad, practicidad y altruismo, autoridad y gentileza. Como resultado, los hombres experimentan conflictos internos y problemas para comprenderse a sí mismos. Me parece que a este sufrimiento le siguen sentimientos secundarios como la ira y la agresión. Gracias a ellos, los hombres son capaces de hacerse daño a sí mismos, a las mujeres y a otros. Lo que, por supuesto, conduce a experiencias nuevas e incluso más dolorosas. Mi marido me preguntó: “¿Qué te impulsa a hablar de este tema?” -Consulta final y larga reflexión. Se me acercó un hombre adulto, guapo, exitoso y obviamente afortunado. Las pruebas demostraron que tiene un sistema nervioso bastante fuerte. Pero cuando abrió, un hombre se sentó frente a mí, en un vacío de incomprensión por parte de sus seres queridos. Su paciencia estaba fuera de serie. Y su principal deseo era no perderse. Me preocupé: de repente, en las altas esferas del poder, en algún lugar al lado del maletín nuclear, aparecieron hombres con conflictos internos similares. La sociedad moderna lucha activamente por los derechos de las mujeres, discute sus problemas y sentimientos. Los méritos del movimiento de mujeres son enormes. Pero me parece que ha llegado el momento de luchar para discutir abiertamente las lágrimas de los hombres, los miedos, las búsquedas dolorosas y la soledad total. Especialmente en Rusia, donde los hombres, entre otras cosas, sufren humillaciones por parte de las instituciones sociales (por ejemplo, el ejército). Es importante que tanto hombres como mujeres comprendan esto. Porque vivimos en el mismo mundo y pasamos una parte importante de nuestra vida juntos. Espero que cuando hablemos abiertamente de los sentimientos y problemas de los hombres, sea más fácil para todos nosotros. Y el mundo será más libre y más seguro.