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El cerebro y las reacciones de miedo La cuestión de la relación entre el miedo y las reacciones de pánico y la fisiología del cerebro es muy relevante e importante tanto para la medicina como para la psicología. Las reacciones de miedo en la vida de una persona empeoran su calidad de vida; en lugar de vivir la vida al máximo, una persona evita muchas situaciones, eventos y lugares. Para la medicina, el tema es importante para crear y mejorar medicamentos que reduzcan los estados de ansiedad y pánico. El miedo es una reacción cuando el cerebro se encuentra con algún peligro. El peligro en este caso puede ser real o hipotético, que el cerebro integra a partir de nuestra experiencia previa. La reacción de miedo es una reacción importante relacionada con una de las necesidades básicas del cuerpo: la necesidad de seguridad. Y reaccionamos ante cualquier evento potencialmente peligroso con solo 2 reacciones: luchar (resistir), una posición activa-defensiva, o correr, una. programa pasivo-defensivo. La reacción de miedo a nivel neurobiológico está asociada a un programa pasivo-defensivo, que es uno de los programas básicos de nuestro organismo. Este programa está insertado de forma innata en la red neuronal del cuerpo. Generalmente la primera respuesta es el miedo (pasivo-defensivo). ¿Por qué? Porque es más eficiente energéticamente y menos traumático para el organismo. Y nuestro cerebro, que se formó en el proceso de evolución, elige caminos más simples y económicos. Primero, nuestro cerebro identifica el peligro y luego elige una estrategia de lucha o huida. Además, si no hay forma de “escapar”, se activa una reacción agresiva y un programa activo-defensivo. Estrechamente relacionada con esto está una de las características más importantes del sistema nervioso (temperamento), como la velocidad de cambio entre estos programas. Es decir, en un temperamento colérico hay un cambio rápido, por lo que a menudo se produce un comportamiento agudo y agresivo, mientras que en una persona flemática, por el contrario, hay un cambio lento y, más a menudo, la elección del comportamiento va en la dirección del pánico y La evitación puede causar dolor, irritabilidad extrema (luz, sonido). Reconocimiento de un enemigo, por ejemplo una serpiente, expresiones faciales de agresión, feromonas de agresión. La corteza cerebral humana tiene este programa de manera hostil, aunque una persona no tiene límites muy claros. A nivel fisiológico, las células envían señales a través de neuronas especiales a partes de la médula espinal y luego al cerebro. Dependiendo del nivel de estímulo (grado de dolor), el sistema del cuerpo deja una señal en la médula espinal o la transmite al cerebro. Al mismo tiempo, a nivel conductual, esto puede ser tanto una reacción refleja (por ejemplo, retirar la mano de una tetera caliente), como una evitación compleja de situaciones peligrosas (ir a lugares donde puede haber perros). La amígdala es la principal parte del cerebro responsable de elegir el programa de atropello y fuga. La interacción del hipotálamo, la amígdala, los centros autónomos y endocrinos hace que nuestro cuerpo y órganos internos reaccionen ante el estrés, un peligro real o potencial. La amígdala es responsable de la aparición de emociones de miedo y ansiedad. En la parte posterior del hipotálamo se encuentran aquellas células que generan reacciones de miedo o reacciones de agresión. En la parte posterior del hipotálamo hay células cuya estimulación provoca pánico, y a un milímetro de ellas hay células nerviosas que provocan rabia. El hipotálamo es el ejecutor de las reacciones y la amígdala (amígdala) es la comandante del proceso. La amígdala reconoce de forma innata los procesos peligrosos y transmite información sobre ellos al hipotálamo. El hipotálamo transmite señales a la glándula pituitaria (sistema nervioso simpático) y las reacciones de estrés se desarrollan en los órganos hormonales e internos. Tanto los estímulos que son señales de peligro innatas como las señales de peligro que recordamos durante el desarrollo y el aprendizaje pasan por el mendala. En la memorización intervienen la corteza superior de los hemisferios cerebrales, la corteza frontal asociativa y el hipocampo, como centro del cerebro asociado a la memoria. Hay 2 formas en que el cerebro detecta el peligro: una va del tálamo directamente al mendala, y el segundo está relacionado con el aprendizaje: del tálamo a la corteza sensorial, luego al hipocampo (memoria) y luego a la amígdala. Siguiente en.