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“¡Quien sabe esperar espera lo mejor!” - Todo el mundo lo sabe. ¿Qué debes hacer si, en situaciones normales, incluso un breve período de espera te enoja y te confunde? Está claro que cuando tienes una reunión importante, esperas que la persona con la que estás hablando llegue a tiempo y que hayas ganado. No te sientes solo durante una hora. Sin duda, llegar tarde arruina el estado de ánimo y, en consecuencia, la relación. Sin embargo, hoy analizaremos situaciones en las que es necesario esperar, pero una persona no puede. Por ejemplo, esperar un taxi o un menú en un restaurante se convierte en una tortura insuperable para algunos. Uno puede indignarse, ¿qué es lo que a una persona no le gusta “sentarse” mientras espera a un taxista o a un camarero? El hecho es que en tales situaciones una persona comienza a preocuparse mucho, a preocuparse y, como resultado, a recurrir a estrategias de acción ilógicas e ineficaces. Estas personas se pueden notar e identificar fácilmente: siempre tienen prisa, están indignadas y hacen muchos movimientos innecesarios. ¿Qué impulsa a una persona a tal comportamiento? Un niño pequeño vive los períodos de espera de forma completamente distinta. Recuerden cuando eran niños: el tiempo en la cola en la caja era increíblemente largo y esperar a que mamá los recogiera en el jardín de infantes era completamente insoportable. Tales mecanismos pueden establecerse desde la infancia, cuando la madre, por algún motivo, tuvo que abandonar al bebé. Los niños pequeños no pueden comprender que sus padres no se han ido para siempre, por lo que sienten pánico cuando se separan de ellos. Por cierto, es por esta razón que los psicólogos no recomiendan enviar a los niños al jardín de infantes antes de los cuatro años; al llegar a esta edad, la separación generalmente se acepta más fácilmente y el propio niño comprende que la madre definitivamente regresará. Si estas situaciones fueran habituales, podrían tener un efecto traumático en el individuo. Una de las manifestaciones será la incapacidad de esperar. Un adulto con una lesión de este tipo se preocupará constantemente mientras espera, porque desde pequeño ha desarrollado la actitud de "esperar es peligroso". Otro motivo de ansiedad e inquietud excesiva es el miedo. Muy a menudo, la actitud de “esperar da miedo” también proviene de la infancia. Aparece principalmente en aquellas personas cuyos padres se preocuparon sin cesar, intentando constantemente acelerar la espera. Además, el motivo puede ser el miedo a la falta de ayuda, la desconfianza en el mundo y en los demás. Tenga en cuenta que la mayoría de las veces aquellos que viven según el principio "yo mismo" están preocupados y tienen prisa, y su controlador interno independiente vuelve locos a todos los que los rodean. Una persona así simplemente no permite que nadie se presente y haga algo sin su participación; después de todo, todos son demasiado lentos y "yo mismo haré todo rápidamente ahora". Detrás de tal búsqueda está el temor de que el plan no se realice y nadie le eche una mano. ¿Qué hacer? Aprende a relajarte y dejar que la vida fluya en su propia dirección. Darse cuenta de que hay circunstancias que escapan a nuestro control. Practique la planificación y tenga en cuenta situaciones de fuerza mayor. Acude a terapia con un especialista para eliminar el escenario negativo. ¿Has tenido tú o tus seres queridos problemas similares? Regístrate para una consulta: WhatsApp, Telegram +7 913 380-83-42 Skype: as3808342 Aprende a gestionar tus emociones!💪