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Me complace presentarles una historia mágica sobre creer en tus sueños. Las fábulas son cuentos cortos que en ocasiones resultan útiles para leer no solo a los niños, sino también a los adultos. En esta fábula conocerás sólo a dos personajes, pero muy diferentes. Y espero que os levanten el ánimo. ¡Disfruta leyendo! ¡Sabes, estás tan brillante hoy! – El zorro se tumbó sobre un montón de hojas secas de otoño y miró al cielo. Entre las nubes que cruzaban el cielo, aparecía de vez en cuando la luna llena. "Pareces un enorme trozo de queso". El viento susurraba en las copas de los árboles. El lechero iba por un camino forestal oscuro, pedaleando con dificultad. En la cesta del volante resonaban las botellas de leche y en el maletero había una pesada bolsa de deporte: “La próxima vez lubricaré la cadena…”, se prometió el lechero. "Entonces será posible ir de visita más rápido y regresar mucho más fácilmente". La luna desapareció detrás de las nubes. "¡Y definitivamente arreglaré la linterna!" - sin embargo, el lechero solitario daba esa comunicación cada vez que regresaba tarde a casa por los senderos del bosque - ¡Si pudiera acelerar más rápido, saltar más alto y agarrar al menos un trozo! – El zorro miró con esperanza a la luna, que una vez más apareció en el cielo. Inesperadamente para él, el Zorro saltó sobre sus cuatro patas. “¡Estás haciendo señas, diablo!” El zorro retrocedió, tomando la carrera que se había prometido. “Si al menos hago esto...” Y saltó. Sus patas ya habían levantado el suelo cuando algo sobre dos ruedas apareció frente a él en el sendero del bosque, oliendo al mismo tiempo a hombre, leche y óxido. Pero el Zorro ya no podía dejar de volar. Otro segundo y se estrelló contra una bolsa de deporte y voló hacia un montón de hojas al otro lado de la carretera “Señor, salva y preserva”, se horrorizó el lechero, mirando la bola esponjosa y bien alimentada que volaba hacia él. ¡Veré algo como esto!” Le pareció la última vez, en un momento el lechero logró esquivar el proyectil rojo y, tambaleándose sobre dos ruedas, corrió por el camino con toda la agilidad humana. Con el tintineo de las botellas de leche, pedalear se hizo sorprendentemente más fácil... Y el feliz zorro arrastró un trozo de luna real con olor a queso hasta su agujero, con la plena confianza de que si realmente lo desea, los sueños se harán realidad..