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Por alguna razón, se cree que el amor es bueno, justo y bendito. Nos esforzamos por lograrlo y muchas veces imitamos su presencia, estamos dispuestos a hacer mucho para que los demás no se den cuenta de que no lo experimentamos, y tal vez nunca lo hayamos experimentado. ¿Y qué es el amor? Apuesto a que ya tienes ideas sobre cómo responder a esta pregunta y probablemente te la hayas hecho a ti mismo. Y sobre cómo distinguir el amor del... apego, enamoramiento, dependencia (subrayado necesario, o más bien innecesario). Por cierto, cuando se habla de lo opuesto al amor, los usuarios de las redes sociales (que también son portadores vivos de citas antiguas y modernas de grandes personajes) coinciden más o menos en la idea de que el antónimo del amor es la indiferencia. Algunas personas le dicen “odio” a una persona de manera infantil, lo que implica un fuerte disgusto. Es importante señalar aquí que cuando hablan de odio, indiferencia o simplemente desinterés por una persona, suelen querer decir algo malo. ¿Qué pasa si lo opuesto al amor es el “no amor”? Y, dada la dualidad del mundo, ¿son el amor y el disgusto los polos de un sentimiento total? ¿Y si fuera normal e incluso bueno no amar? Les contaré la historia de mi disgusto, como resultado de lo cual nacieron estas suposiciones. Mi hombre y yo estuvimos separados durante casi un mes, en diferentes países y ciudades, muy ocupados. Lo extrañaba, esperaba con ansias nuestro encuentro y él afirmó que yo también. Y sucedió, o mejor dicho, nos encontramos físicamente, pero no nuestra alma. Sentimientos ya familiares comenzaron a invadir el pánico en su interior: miedo, vergüenza, tristeza, decepción. Y resulta ser diferente, para nada la persona que tanto esperaba conocer. ¿De repente te enamoraste? El acorde final es el enfado, porque me irrita mucho, hace lo que quiere, sin consultar para nada mis expectativas. Lo miro y sufro, insinuando que su presencia me resulta insoportable. ¿Una buena razón para pensar en lo que realmente me enoja tanto: él o el hecho de que soy tan poco libre que estoy obligado a amar a otro, incluso cuando no tengo sentimientos? Sufrí, sufrí, rompí y luego decidí iniciar una conversación. Y resultó que él tenía sentimientos similares, y tenía las mismas dudas y pensamientos sobre nuestro amor. Ambos sentimos un alivio tremendo, porque ahora éramos dos. Ya no da miedo experimentar ningún sentimiento, ya que resulta que no solo es posible, sino también más fácil. Y descubrí esta aversión en mí mismo, un sentimiento maravilloso cuando puedo admitir honesta y abiertamente que no amo, sin una sombra de ira o resentimiento, sin miedo a lastimar a un ser querido. Esta conciencia no requiere ninguna acción inmediata y no se habló de separación. Pero había alegría y esperanza de que el amor me estuviera esperando, esperándolo a él o esperándonos a nosotros. Pudimos hablar legalmente de diferentes sentimientos, que no amamos, pero aún más honestamente que estamos esperando el amor. Después de todo, nosotros también somos personas. Después de este encuentro, ya real, me volví más libre y feliz. Me di el derecho a amar y el derecho a no amar. ¿O tal vez esta pareja de amor y aversión es un todo? ¿Y ser feliz significa ser libre en tus sentimientos? Y, lo más sorprendente, sentí que en ese mismo momento mi corazón se abrió levemente, y allí nació una semilla de amor.…