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Los pensamientos desagradables y molestos son un eterno compañero de muchos problemas y trastornos psicológicos. Un estado depresivo, por ejemplo, se caracteriza por pensamientos negativos sobre uno mismo (soy una completa insignificancia), sobre su experiencia actual ("No puedo hacer nada") y sobre mi futuro ("No me espera nada bueno"). Un estado de ansiedad "da" pensamientos sobre desastres inevitables que seguramente ocurrirán en un futuro cercano o lejano. Etcétera. Pero eso no es todo. Los pensamientos sobre la propia debilidad, desesperanza y anormalidad surgen como reacción a intentos no siempre exitosos de reprimirse, luchar o persuadirse a uno mismo de "no debilitarse y recuperarse". Desde el punto de vista de la psicología cognitiva, un pensamiento negativo provoca una emoción negativa, que a su vez provoca pensamientos sobre la propia anormalidad y debilidad. Y así hasta el infinito. Los pensamientos negativos sobre el pasado (rumia) y el futuro (ansiedad) son considerados por muchos expertos como factores transdiagnósticos en la cronicidad de los trastornos, que se han convertido en objeto de numerosos estudios en las últimas décadas. ¿Qué suele hacer una persona para deshacerse de pensamientos y sentimientos desagradables? Existe todo un arsenal de medios para lograrlo: Hablar ayuda cuando se trabaja con el duelo y el trauma, pero no con todos los pensamientos. Por ejemplo, en caso de depresión, esta estrategia tiene el efecto contrario, agravante. Distraer o relajar. Por regla general, el efecto termina poco después de finalizar los procedimientos de "distracción-relajación". No siempre es posible encontrar y la razón encontrada no siempre cambia algo. Reprimir, olvidar, “no tenerlo en cuenta” funciona a corto plazo. Encontrar una respuesta racional a los pensamientos irracionales. Probablemente la opción más eficaz utilizada en la psicoterapia cognitivo-conductual clásica, pero requiere un entrenamiento cerebral constante y no es adecuada para todos los clientes. ¿Qué tienen en común todas estas diferentes estrategias? En primer lugar, el reconocimiento de que algo anda mal en mí (especialmente establecido firmemente después del diagnóstico y la prescripción de psicofármacos) y, en segundo lugar, la necesidad de luchar/controlar mis demonios internos. La última tesis se escucha literalmente en los nombres de numerosos programas y formaciones: "Cómo deshacerse del estrés", "Cómo aprender a controlar las emociones", "Cómo vencer el miedo", etc. ¿Qué pasa aquí y qué otras opciones existen? En primer lugar, no es en absoluto necesario autoestigmatizarse, es decir, autoestigmatizarse con los títulos de “problema”, “nervioso”, “paciente”, “necesario de tratamiento”, “deprimido”, etc. En segundo lugar, no es necesario luchar contra pensamientos y emociones desagradables y tratar de controlarlos mediante la fuerza de voluntad. Puede ser más eficaz aceptar incondicionalmente sus peores pensamientos y sentimientos más deprimentes. La aceptación es la conciencia de que existe simplemente una experiencia interna, en forma de pensamientos y emociones negativos, que crea obstáculos para la realización de los valores individuales. La experiencia interna simplemente se registra, se declara, pero no se evalúa como negativa. Y aquí hay un principio muy importante: conviértete simplemente en un observador curioso de tu experiencia, separándote de tus pensamientos y sentimientos y percibiéndolos como procesos internos, como parte de tu experiencia. . Y bajo ninguna circunstancia debes fijarte el objetivo de deshacerte de pensamientos y sentimientos desagradables. Simplemente acepta, observa, da espacio dentro de ti, ve su utilidad o inutilidad para realizar tus valores (cómo quiero verme, qué quiero hacer, con quién quiero estar, etc.). Con el tiempo, se podrá notar que los malos pensamientos se han vuelto invitados menos frecuentes y las emociones se han debilitado significativamente. Pero deberías tomar esto como una ventaja y no como una victoria. Al fijarnos el objetivo de estar alegres, contentos y felices, a menudo caemos en la llamada “trampa de la felicidad”, que nos obliga a evaluar constantemente nuestro bienestar y a sentirnos decepcionados por el lento progreso hacia un estado de alegría y placer. Por tanto, existe la opinión de que la clave no es la lucha por el bienestar y la felicidad, sino la implementación.=39079