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Comparo la psique y nuestro subconsciente con una casa en la que las luces no están encendidas en todas partes. En esta casa hay habitaciones hermosas y acogedoras: estos son nuestros deseos realizados, eso. parte de la vida que nos conviene, que muchas veces demostramos. A veces hay problemas en las habitaciones: hay que tapar el sofá o actualizar el papel pintado, pero en general está bien y hay otras habitaciones que son oscuras, incómodas y tienen muchas cajas selladas, como cuando se mudan. un psicólogo trabaja con este tipo de “habitaciones”. Al llegar a una consulta, el cliente a menudo ya sabe de qué hablará sobre sus habitaciones oscuras, pero aún no sabe de cuáles y cómo hablará de ellas cuando se forme la confianza entre el cliente y. El psicólogo, el especialista, entra en la “casa” y comienza a familiarizarse con las cosas que le rodean. Primero notamos que en la habitación hay destellos de luz, hay cajas ordinarias, por ejemplo, con impresiones y recuerdos, que podemos guardar. resolver ahora mismo, con el tiempo, podemos llegar al cuadro importante, como lo guiará el psicólogo... ¿Y qué hay aquí? Dolor, lágrimas, resentimiento, ira, pena. Puede haber muchas emociones diferentes. Y aquí puedes notar que en esta caja hay algo muy necesario en toda la casa que estabas buscando. Y cada vez que te encontrabas con una situación, te dabas cuenta de que era exactamente lo que faltaba. Por ejemplo, cuando una clienta vio animales en la calle que necesitaban ayuda o vídeos lindos, lloró mucho (aquí hay una habitación en la que está oscuro y hay mucho duelo, lo que resulta en un estímulo en forma de cine o trabajar como voluntario). Durante el proceso de consulta, comenzó a notar que a veces ella misma era tratada muy mal y en lugar de simpatía por su situación, sus sentimientos eran devaluados en sus propias palabras (“bueno, mereces ser ofendida”). Durante las reuniones, mirábamos juntos estas “partes oscuras de la habitación” y la cliente lloraba y sentía lástima de sí misma. Después del trabajo, dejó de buscar incentivos para llorar, en lugar de eso comenzó a elogiarse más. Nadie sabe al 100% exactamente cómo nuestro cerebro “almacena” los momentos dolorosos, pero está comprobado que a veces hablar de ellos nos hace sentir mejor. En esto se basa la ciencia, ayudándonos a mirar dentro de nuestros hogares..