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Del autor: publicado en Cada uno de nosotros tiene su propio espacio personal. Esto no es sólo un mito de los psicólogos, sino un fenómeno muy real. De acuerdo, le resultará desagradable pensar que ahora hay alguien más en su casa, comiendo de sus platos, durmiendo en su cama. Cualquiera de estos acontecimientos es considerado por nosotros como una invasión y desencadena reacciones defensivas para restablecer el confort y la seguridad. En todo esto se manifiesta nuestro espacio psicológico. ¿Qué es? No sólo los humanos, sino también los animales tienen su propio territorio. La mayoría lo “marca” y se siente tranquilo y seguro caminando dentro de los límites de su espacio. En muchos sentidos, nuestro comportamiento es similar al comportamiento de un animal: "marcamos" el territorio de nuestra casa con cosas y diseños, colocamos una puerta resistente en la entrada del apartamento y, en esencia, le ponemos un anillo en el dedo a nuestro marido. , el espacio personal de una persona son todas aquellas cosas y eventos que destacamos de toda la riqueza de la vida como significativos para nosotros. Incluye tu cuerpo, las cosas “territorio”, las relaciones con otras personas y el tiempo. Todo esto está lleno de un significado especial y solo personal. Por ejemplo, un bolígrafo que te dan en el trabajo puede ser simplemente un bolígrafo, o puede ser TU bolígrafo, un objeto al que le atribuyes un determinado significado y al que estás apegado. Hablemos con más detalle sobre los componentes del espacio psicológico. Nuestro cuerpo es la base de todos los demás fragmentos del espacio personal. Aquí es donde comienza la comprensión del propio “yo”: mi brazo, mi pierna, etc. ... A través de él establecemos contacto con el mundo, nos apegamos a las personas, definimos nuestro territorio y comenzamos a realizar algún tipo de actividad. Nuestra actitud hacia nuestra propia apariencia está relacionada con el cuerpo: lo aceptamos o lo rechazamos. El “propio territorio” aparece por primera vez en la imagen del mundo que tiene el bebé en el momento en que comienza a gatear y a moverse de una habitación a otra: él. Se empieza a delimitar el espacio personal del no personal. El niño comprende que existen otras personas. “Nuestro propio territorio” juega un papel importante en nuestras vidas: controlamos la intensidad de la comunicación, la intensidad de la información que nos llega, nos protegemos de todo lo innecesario, podemos recuperar fuerzas y crear algo. Muy a menudo, “nuestro territorio” se materializa en nuestro hogar. Las cosas personales aparecen en una persona en el momento en que aprende a interactuar con ellas. Son un mensaje alegórico sobre quiénes somos realmente: cuáles son nuestros rasgos de carácter, inclinaciones e intereses. Gracias a algunas materias podemos aprender, trabajar y crear. Otras cosas nos informan sobre nuestros roles y estatus en la sociedad y nos ayudan a definir nuestros límites. El espacio personal en las relaciones es la forma en que desarrollamos y mantenemos las relaciones. Cada uno de nosotros determina el círculo de personas cercanas, así como aquellas cuyas opiniones son importantes para ella. Podemos establecer relaciones de distintos grados de intimidad, incluso íntimas. El tiempo personal también se manifiesta en las relaciones: a veces queremos estar solos y otras con alguien, y nosotros mismos decidimos cuándo ocurren estos momentos. Los límites del espacio psicológico El espacio psicológico de una persona tiene sus propios límites. Ellos son quienes nos protegen de intentos de intrusión y nos ayudan a separarnos de todo lo que constituye nuestro entorno natural de vida. Así es como mantenemos nuestra propia seguridad, libertad e independencia. Los límites del espacio personal determinan nuestra actitud hacia la sociedad y otras personas. Pueden ser rígidos y flexibles. Los límites rígidos son prácticamente impenetrables para otras personas: una persona así no permite que prácticamente nadie entre en su vida y, en consecuencia, puede resultar muy difícil establecer relaciones cercanas y de confianza con él. Al mismo tiempo, él mismo tampoco "se mete con" nadie. Los límites borrosos son todo lo contrario. Una persona así está abierta a todos y es capaz de contarle todos los detalles íntimos de su vida a un nuevo conocido sin sentir ninguna molestia. A menudo.