I'm not a robot

CAPTCHA

Privacy - Terms

reCAPTCHA v4
Link



















Original text

En este artículo me dirijo a aquellas parejas casadas que actualmente están pasando por un período difícil y parece que no hay dónde encontrar ayuda. Para aquellos que sienten que el amor ha pasado y no les espera más que la aburrida vida cotidiana. Para aquellos que sienten que el amor ha muerto… Érase una vez, habiendo elegido el camino llamado “familia”, pisamos un camino espinoso. Puede convertirnos en un ser humano perfecto, o puede disolver completamente nuestra personalidad bajo la influencia de otra persona. El ciclo familiar comienza desde el momento en que un hombre y una mujer se conocen. Se trata de un encuentro de dos individuos que buscan satisfacer necesidades personales a expensas del otro. Entramos en relaciones demasiado dependientes. Nos esforzamos por conseguir en una pareja todo lo que nos falta, perdiendo así la capacidad de valernos por nosotros mismos. Buscamos inconscientemente el alma gemela que más se adapta a las necesidades personales frustradas e inconscientes. No todas las parejas se llevan de la misma manera. Algunas personas se sienten atraídas por los pensamientos de alguien, nos parecen emocionantes, interesantes y muy comprensibles. Otras parejas pueden descubrir que en las primeras etapas de la relación sintieron contacto a nivel espiritual y hubo facilidad y facilidad en la comunicación, afecto cálido y sentimientos amorosos. La mayoría de las personas iniciamos con una clara atracción física que nos atrapa con toda la pasión. En esta etapa todavía nos cuesta imaginar que nos esperan muchas lecciones por delante, que sólo pueden entenderse a través de la experiencia. El amor es un sentimiento muy complejo porque lleva el peso de las esperanzas de experiencias amorosas anteriores, incluidas las infantiles. Para los hombres, esto puede ser una actitud hacia una madre que tal vez no sea capaz de afrontar plenamente sus funciones maternas. Para las mujeres, se trata de asociaciones con un padre amable o malvado, atento o distante. Es posible que nos sintamos intensamente atraídos por alguien que tenga experiencias de vida o traumas similares. Y efectivamente lo es. Una de mis clientas intentó entablar una relación con un hombre que, en todos sus parámetros, no estaba a la altura de la imagen de un hombre de familia ideal, pero tenían la misma enfermedad que los unía. Los motivos inconscientes prevalecieron sobre las deficiencias obvias. Si nuestro inconsciente insiste en que estamos haciendo lo correcto, entonces nuestra mente consciente sólo puede racionalizar la elección que hemos hecho. Nuestras relaciones reflejan todos los procesos inacabados dentro de nosotros mismos. A la luz del amor romántico, los defectos del otro aparecen borrosos o insignificantes. La fuerza del amor no es igual a su profundidad. Podemos enamorarnos apasionadamente de una imagen de una persona, aunque en realidad la persona y la imagen sean muy diferentes. Todo el problema es que estamos cegados por nuestras propias proyecciones; rara vez vemos a otro tal como es, apreciando su profundidad y nobleza. Es como fusionar la figura de nuestra pareja con el trasfondo de nuestro amor por él. Pero poco a poco los límites de la otra persona se van aclarando y los cristales color de rosa empiezan a romperse hacia dentro. Al principio nos parece que nuestra pareja sigue siendo buena, pero... Si quitas un poco allí y agregas un poco en otro lugar, quedará muy bueno. Será ideal. Pero tan pronto como empezamos a cambiar algo en una relación, los conflictos son inevitables. Las relaciones de pareja son una oportunidad para reescribir los guiones de sus relaciones y descubrir su capacidad de amar. Llega una etapa en la que es necesario abandonar la actitud habitual hacia el otro, puntos de vista, reglas, proyecciones y volver a conocerse. El amor es un encuentro entre “yo” y “tú”. Si una pareja continúa intentando preservar el formato anterior de la relación, para devolver "sentimientos vívidos", su desarrollo se detiene. La pareja declara una tregua, halagándose con la idea de que una mala paz es mejor que la guerra. Puedes convencerte de que, en general, la relación es satisfactoria, pero en particular es simplemente insoportable. O luchan a muerte, dejando la batalla con muchos agravios, reclamos y malentendidos. En esencia, se trata de una lucha por la integridad que, según nos parece, nos ha arrebatado nuestro socio. Ni la primera ni la segunda opción salvan la situación. Intentos“preservar las relaciones” conduce a la acumulación de errores que interfieren con el desarrollo de las relaciones y conducen al estancamiento y la degradación. Esta situación puede durar años y la vida familiar puede parecer una maleta sin asa. O conduce a una ruptura, que suele ser el caso. La búsqueda constante del amor y la búsqueda del mismo nos aleja de él “La capacidad de amar y perdonar no es función del objeto de amor, sino función del amor mismo” E. FrommLa llegada de la siguiente etapa en la evolución de las relaciones se convierte en una experiencia traumática. Comenzamos a alejarnos unos de otros y nos damos cuenta de la presencia de distancia, sentimos desunión y complicaciones en las relaciones. Se produce aislamiento y soledad. Lo entusiasta y brillante es reemplazado por lo ordinario y cotidiano. Las relaciones se convierten en un drama triste. Es durante este período cuando nos parece que el amor ha muerto. Ya no hay admiración, dejamos de ver el principio divino en el otro. No hay sensación de novedad y magia, ni espontaneidad anterior. El estado de intoxicación leve dio paso a una resaca. A primera vista, esto parece una experiencia dolorosa, pero en realidad estamos hablando de una expansión de la conciencia. El precio es alto: pérdida del ideal, sufrimiento y decepción, cierre emocional. Parece que ya no hay energía para mantener las relaciones. No existe una chispa anterior, algo que ayudaría a revivir sentimientos, devolver la atracción sexual y esas personas enamoradas que alguna vez fuimos. Es hora de rebobinar y ver con qué tareas iniciamos la relación, qué nos llevó a este resultado y si la pareja puede combinar las funciones que queremos asignarle. Los peores enemigos de una persona no le desearían los problemas que le gustaría. Puede traerle sus propios pensamientos. Proverbio oriental Lo mejor que puedes hacer en esta situación es mantener la calma. Regreso de los motivos inconscientes a la conciencia. Acepta lo que está sucediendo como un hecho y emprende el camino del crecimiento personal a través de la responsabilidad. Ser responsable no significa estar obligado, sino poder responder por uno mismo. Tendrás que reaprender a experimentar tus sentimientos y expresarlos de forma saludable. Sin intentar sustituir tu “yo” real por uno falso y ver lo mismo en otro. Es importante aceptar que no podrás regresar al inicio, y no entrarás dos veces al mismo río. La tarea de esta etapa es transformar el dolor y el sufrimiento del amor pasado en una oportunidad de crecimiento personal. No sufras viendo marchitarse la apariencia divina de tu elegido, cayendo en una rutina banal y en un estado de desesperanza. O incluso abandonar por completo al "Dios" no deseado. Cuanto más importantes se vuelven las relaciones, menos manifestaciones libres hay en ellas. Una situación estándar es cuando una pareja crea la apariencia de amor por los demás, pero dentro de la pareja hay un campo abrasador de agravios mutuos. Con el paso de los años, dejamos de ver a nuestra pareja como una persona única, con su historia personal y cualidades únicas para él. Vemos frente a nosotros la máscara de un “cónyuge”, respecto del cual hemos acumulado muchas creencias, expectativas y exigencias. Nos olvidamos por completo de la persona de la que una vez nos enamoramos, no vemos su personalidad. La sensación de novedad y ligereza se ha evaporado y sólo quedan los clichés “marido” y “esposa”, con una enorme lista de funciones y responsabilidades. "No me amas", "no te importan mis sentimientos", "solo piensas en ti mismo": la gente escribe este tipo de inscripciones en las máscaras de sus parejas y lee los mismos mensajes todos los días, convenciéndose aún más de que tienen razón. Las más mínimas manifestaciones de ternura y cariño no se ven a quemarropa, y lo que reciben se da por sentado. Es importante aprender a mirar debajo de la máscara y notar al extraño que hay allí: una persona única, con un mundo interior colosal, con. sus recuerdos de infancia, sueños y secretos, creencias y traumas. Un hombre que alguna vez fue pequeño, virgen, que miraba el mundo con confianza y, hablando de quién con amigos, lo llamarías por su nombre, y no “marido”, como te has acostumbrado a lo largo de los años. Date cuenta de que no existe tal segunda persona, nunca la ha habido y nunca la volverá a haber. Ha llegado el momento de volver a conocerse. Una persona inmadura se enamora, las personas maduras crean el amor. El amor es.